jueves, 10 de junio de 2010

Mujeres y empresa

Hoy empieza en Barcelona el She Leader 2.0., un congreso de mujeres directivas que, según explica su página web, “ofrece recursos y estrategias para mejorar la gestión de las organizaciones y facilitar la promoción profesional de mujeres directivas y profesionales”. Se desarrolla en el marco de la presidencia española de la UE y ha sido organizado por el Departamento de Trabajo de la Generalitat de Cataluña.

Sin embargo, lo cierto es que la idea del techo de cristal que impide el ascenso de las mujeres en la empresa no me acaba de convencer del todo. Opino que el sistema de libre mercado, que es feroz en relación con algunas desigualdades, es ciego en materia de género; es decir, que no puede ser, precisamente, tildado de machista —tema aparte es su tratamiento de la maternidad—. A la empresa le importa un bledo si eres hombre o mujer; sus criterios para calificarte son otros: eres tiempo, eficiencia, rendimiento y contactos. Y Miriam González, brillante abogada y esposa de Nick Clegg, lo tiene todo. De ahí que Acciona la haya nombrado consejera. Feminidades aparte.

3 comentarios:

  1. Creo que tiene razón. Claro que, como dice, deja aparte el tema de la maternidad que, en mi opinión, es el quiz de la cuestión; no por los meses de maternidad en sí, sino por todo lo que ello conlleva. La movilidad que requieren los cargos directivos o las reuniones hasta altas horas de la noche, son motivos por los que una mujer puede decidir poner freno en su carrera profesional para dedicar más tiempo a sus hijos. Y eso –sea cuestión de instinto, de presión social o de decisión libre y consciente- es algo que no podremos cambiar nunca.

    ¿Qué opina?

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  2. No estaría yo tan seguro. La mano invisible quizá no sea ciega en materia de género, pero, como toda mano, tiene tics, inercias,... Sobre todo cuando, más que multinacional, es una mano familiar.

    ¡Mira por dónde! Has hecho que me salga el corazoncito socialdemócrata.

    Un saludo

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  3. A ratos he estado siguiendo online el encuentro She Leader 2.0. Al menos por lo que he visto, el tema central ha sido la necesidad de crear redes de mujeres en cargos directivos y de incorporarse masivamente a las nuevas tecnologías. Se han dicho algunas cosas interesantes y otras ya bastante trilladas, como suele ocurrir en congresos del estilo.

    Valoro profundamente la labor de estas mujeres, pero me ocurre con ellas, salvando las distancias, igual que con las sufragistas: su lucha ya no es la mía. No voy a ser tan ilusa de pensar que las diferencias entre géneros ya no existen, pero creo que si en algún sitio están (casi) borradas es en la empresa, la política y la universidad. Creo que la lucha feminista sigue teniendo sentido, pero mi campo de batalla es otro.

    No tengo aún 30 años, he podido estudiar y trabajar en lo que he querido, he llegado hasta donde me han permitido mis méritos, y dedico mi tiempo libre a lo que me da la gana, incluso, a escribir este blog (lo que parecía ser hoy una propuesta de lo más trendy).

    Sobre el primer comentario: creo que uno de los retos fundamentales a los que se enfrenta la organización del trabajo es la conciliación. Me parece injusto cifrarlo todo en una cuestión de maternidad, porque la paternidad plena es algo que muchos hombres (cada vez más) desean experimentar. La dimensión biológica de los géneros es algo que no se puede negar; pero su dimensión social y cultural tampoco, y eso es mutable. Poder disfrutar de una vida al margen del trabajo es un deseo transgénero, igual que lo es desarrollar una carrera profesional a todo gas. Eso no quiere decir que todos los hombres y todas las mujeres quieran ser líderes y formar a la vez una familia amorosa. Por ello, el feminismo (al menos aquel con el que yo me siento identificada) es el que remueve barreras para que quien quiera, pueda. Pagando los mismos peajes sociales —de los biológicos, que los hay y, además, a mí me gustan, hablo otro día—, pero ni uno más.

    Sobre el segundo comentario: Evidentemente, los estereotipos sociales y culturales sobre qué debe ser un hombre y qué debe ser una mujer existen y, a veces, son una losa para todos. Solo digo que el mundo de la empresa es un lugar privilegiado, como lo es la política y la universidad, insisto.
    Las verdaderas puteadas —con perdón— son mujeres que no pisan esos foros…
    Yo paso, y este es el centro de mi postura, de querer formar parte de un lobby de mujeres poderosas/exitosas.
    Ya ves, parece que el corazón socialdemócrata ha despertado a la fiera socialista…

    Saludos

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