Hace unos días iniciaba aquí una sección titulada “Estupideces metalingüísticas (Sobre las tonterías que le hacen decir a la lengua sobre sí misma)”. La segunda entrega la protagoniza un tipo que, leo en El Mundo, ha escrito una novela sin tildes. No soy yo una inmovilista de la lengua; me parece que todo cambio útil que se consolide en la lengua a partir del uso repetido por los hablantes bien está. Sin embargo, en el artículo sobre la novela y en la web de la editorial se dice una serie de tonterías entre las que claman al cielo las siguientes:
1. “Esta iniciativa es innovadora”
No es cierto: lo de eliminar haches y tildes se le ha ocurrido antes que a él a muchísimos alumnos que ven en la ortografía solo un puñado de normas que sirven para suspender. El deseo de simplificar el idioma es tan viejo como los profes de lengua.
Asimismo, el tema ha sido incluso objeto de debate en el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Zacatecas en 1997.
2. “Simplificandolo, el español se convertiria en un producto mas facilmente exportable”
El español no es una lengua de negocios, imagino, porque falta competitividad, no por culpa de la lengua. Es cierto que el perfil de los estudiantes de español para extranjeros no es un businessman, pero eso no es culpa de las tildes. Jamás de los jamases un alumno de español lengua extranjera me ha sugerido que podríamos dejar de usar acentos. Simplemente, los usan como pueden. El chino, lengua en auge, no es, precisamente, una lengua amable de aprender.
3. “En Francia estan deseando poder simplificar el idioma para poder exportarlo”
¿Quiénes, exactamente? Sobre la locura que está siendo el cambio ortográfico (a golpe legislativo) en el alemán mejor no hablemos…
4. “Es un cambio ortografico muy sencillo con claras ventajas y muy pocos inconvenientes”
Para muestra de uno de ellos, un botón: sin tildes no hay modo de saber cómo pronunciar el nombre del autor (Martin Ortega Carcelen); imagino que “Martín” será aguda y “Ortega”, llana. Pero a ver qué hago con “Carcelen”…
Por mi parte, quiero seguir siendo “Tara” y no "Tará".
Jerusalén
Hace 10 horas
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