La responsable de la estupidez metalingüística de hoy es Patrícia Gabancho, cuyos artículos son con frecuencia un hilvanado de sandeces, a lo que parece, con un propósito victimista-masturbatorio que, salta a la vista, está en la línea editorial del diario —y que es un modo para vender (algunos) periódicos—.
He seleccionado el siguiente párrafo del artículo de hoy de Gabancho, titulado socarronamente "Trampas lingüísticas", que contiene diversas falacias y un argumento malévolo, que se viene repitiendo y que hay que denunciar:
El bilingüisme, malgrat el que diuen els polítics, és pervers perquè estableix, es vulgui o no, una situació de jerarquia entre les llengües en contacte. Vol dir que, quan s’esdevé una conversa entre parlants de llengües diferents, de forma automàtica una de les dues s’imposa i acaba sent el vehicle de la conversa. A Catalunya, aquest paper el fa el castellà. Hi ha diversos elements que hi ajuden, des del fet de saber que tothom pot parlar en castellà però no tothom pot fer-ho en català –el castellà no té, doncs, marge d’error– a un element més interessant, que és l’actitud colonial, simbiòtica entre el colonitzador i el colonitzat. He vist persones que, si s’adrecen a algú en català i aquest contesta en castellà, salten com una molla i diuen: “Ai, perdoni!”. Perdoni? A casa nostra? Qui és, en puritat, l’amo de la finca? El colonitzat, tot i ser l’amo del territori lingüístic, renuncia a la llengua pròpia en favor de la llengua colonial: és una cosa que està estudiadíssima. Això va confegint una pàtina de prestigi a la llengua colonial, amb el suport del mercat i de l’Estat, i el prestigi acaba minoritzant encara més la llengua colonitzada. Llavors ja és un no parar.
O sea, que Gabancho identifica a los castellanohablantes con colonos y a los catalanohablantes con colonizados, fabricando una dinámica social tan falsa como perniciosa. Esa ilusión segregacionista es un insulto, no solo a la inteligencia, a todos los catalanes, hablen el idioma que hablen. La dicotomía castellano-catalanohablante no vertebra las relaciones reales de los ciudadanos en Catalunya; es, en realidad, un tópico presente en el discurso independentista que se desmonta a la que uno, con la mente clara, pone un pie en la calle.
Por si fuera poco, la articulista escribe sin sonrojo que los catalanohablantes son los “amos de la finca”. Y, luego, los fachas serán los otros. Para darle explicación al delirio, pongámonos en antecedentes: Gabancho es una periodista argentina que en su veintena se instaló en Catalunya —con todo el derecho—, adoptó el catalán como lengua de trabajo y se ha convertido en una abanderada del catalanismo. Siendo imposible proveerse de una genealogía de rancia catalanidad, se pasa la vida construyendo la ficción de que la adquisición del idioma otorga los derechos de propiedad del suelo.
Algún tonto le acabará concediendo un premio y una parcela, al tiempo que (muchos) otros nos dedicamos a sudar la tierra en la lengua en la que buenamente nos da la gana. Y, mientras, los adolescentes continúan cantando, pasando sin trauma del Boig per tu de Sau al A quién le importa de Alaska.
En Cataluña hace años que se ha asimilado el hecho de que tenga más derechos -a subvención y favores políticos- una gallega como Julia Otero que se ponga al favor del independentismo, que catalanes de hondura -o no- que hayan luchado por la libertad en esta tierra. Cataluña tiene una herida por la que se escapa gente que vertebra su cultura popular; no hay que olvidar a Albert Boadella que ha tenido que huir a Madrid para seguir trabajando de manera libre -¿Quién estuvo más al pie del cañón durante la dictadura militar que él en Cataluña?- o mientras Loquillo se exilia en Donosti (manda huevos).
ResponderEliminar¡Qué triste olvidar el pasado!
Vale, pero quede claro que opino que tanto Patrícia Gabancho, como Julia Otero como mi mamá, inmigrante castellana en los 70, son catalanas de pleno derecho y de primera, hablen castellano o catalán (lo que quieran y puedan).
ResponderEliminarHe de decir que hablar de "exilio" en el caso de Loquillo es exagerado. Es una palabra muy grande...
De todos modos, en esencia, lo que dice es cierto. Gracias
Pues sí. Es, en origen, un tema de fincas y de derechos de propiedad -quítate tú que me pongo yo. Es, en definitiva, ponerle puertas al campo. Y mira que éste es ancho y da para todos.
ResponderEliminarSaludos
pd. lo del exilio es exagerado, pero hay que reconocer que cuando pasas a ser invisible, por mor de la pureza de la cosa, jo.. Y si uno puede, y tienen vocación marinera, pues se va.